Ni es esta una obra sobre educación canina, ni esto es un blog de cine. White God es una película dramática con un toque de cine fantástico. Parte de un planteamiento tristemente realista para irse adentrando en el terreno del terror apocalíptico que sorprendentemente resulta más que comprensible. A veces la mejor forma de retratar la realidad es mediante una ficción fantástica.
A pesar de ello merece nuestra atención deste este espacio, no sólo porque los perros sean protagonistas, sino porque refleja magistralmente la naturaleza singular de la amistad humano-canina por un parte, y la traición que por omisión, comodidad, complicidad, beneficio o ignorancia se lleva a cabo a diario.
Desde la mera falta de empatía que implica el abandono de un ser dependiente en un mundo hostil, hasta la brutalidad premeditada y lucrativa del que logra convertir a un ser inocente en asesino, pasando por la hostilidad presuntamente cívica de los que acechan desde un rencor incomprensible, o del egoísmo que implica transformar a un ser vivo en un electrodoméstico para deleite de aquellos que no tienen otra ocasión para dar órdenes, White God muestra un régimen opresor y un grupo oprimido, abocado a una violencia organizada difícilmente creíble (ni falta que hace) pero maravillosamente sugerente.
Pero el drama es sólo una parte de una historia con muchos elementos amables: la amistad sin condiciones de una niña valiente que se niega a perder la esperanza, la grandeza de la inocencia frente a la mezquindad de los que están de vuelta de todo, el perdón y la piedad culpable de la verdugo que a su pesar sacrifica a diario a aquellos que le merecen más respeto que sus congéneres.
Increíble su escasa repercusión en España.
No os la perdáis.
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