No puedo ser un alfa si no tengo una manada. Igualmente en esta entrega vamos a analizar este concepto que sigue presente entre algunos profesionales y muchos aficionados. En el marco teórico de este enfoque el alfa se equipara al ejemplar dominante. Esta dominancia implica la subordinación del resto de los miembros y se traduce en cuanto educación canina en la aplicación de los principios de reducción de rango. Estos son entre otros: volteo del cachorro seguida de su inmovilización panza arriba, pasar antes que él por las puertas, comer antes que él, no bordearlo ni pasar por encima cuando está tumbado (debe levantarse y apartarse de nuestro camino), no dejarle subir a a nuestra cama ni ocupar nuestro sitio en el sofá, etc.
Está por ver que estos sean comportamientos típicos de un lobo reproductor, al menos no son los que describe Mech. La principal diferencia entre el lobo reproductor (llámse alfa) y el resto es que es el único que practica el coito con la hembra reproductora. Así que para ser un buen alfa…dejémoslo.
El propio concepto de Alfa está puesto actualmenten en entredicho por … el experto que lo acuñó:
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Pero independientemente de esto no puedo concibir mi relación con mi perro con una guerra fría constante en la que la mascota aspira a ocupar mi puesto. ¿Tiene el perro doméstico incentivos para querer ocupar nuestro puesto cuando su papel se limita a recibir de nosotros todos los bienes necesarios para su supervivencia y manutención? Creo que no, lo que en ningún caso quiere decir que no puedan existir conflictos, como los que pueden existir entre padres e hijos que desean una mayor disponibilidad de sus recursos (comida basura, ocio, x-box, televisión, etc.). Pero ello no implica que los hijos quieran intercambiar sus situaciones con las de sus padres.
A pesar de las críticas que se podrían objetar en cuanto a humanización, el modelo de la educación infantil me resulta más ilustrativo sobre mi relación con mi mascota que el del supuesto alfa. Por eso creo que uno de los mejores programas televisivos de educación canina es la Supernay. Los perros persiguen tener acceso a todos ilimitado a todos sus recursos. Este deseo es incompatible con nuestras necesidades, y por ello debemos gestionar esta situación. Pero una cosa es eso y otra que mi perro aspire a usurpar mi puesto en la unidad familiar. Efectivamente es muy posible que un perro proteja su comida o sus juguetes con estrategias agresivas si no le hemos enseñado a no hacerlo. También es fácil que el perro busque el lugar para echarse que le resulte más cómodo. Pero este no es un problema de jerarquía, sino de comodidad del sillón, de educación canina y de nuestra forma de convivir con nuestros animales.
Esto no implica que las normas, la disciplina, incluso la corrección o su posibilidad no sean necesarias. Toda organización social, y nosotros con nuestros perros formamos una, requiere de unas normas que posibiliten nuestra convivencia a pesar de intereses mutuamente excluyente. El perro debe de conocer esas normas y acatarlas, porque de lo contrario su convivencia con nosotros no será posible o no será satisfactoria para nosotros (en cuyo caso probablemente tampoco termine siendo satisfactoria para él).
Mi papel como dueño en cuanto a al organización de la convivencia es fundamentalmente comunicar, controlar, evitar y hacer cumplir. Pero no necesito, y tampoco quiero, dominar. No es simplemente una cuestión semántica. El control supone la posibilidad de hacer compatible la conducta de mi perro con mis necesidades y también las suyas. Dominar a través de la coacción o de los principios de reducción de rango es asumir una situación de partida que no es real.
Otra cosa es que algunos de los principios del programa de reducción de rango sean convenientes para nuestra convivencia. Prefiero que mi perro no proteja su comida porque puede dar lugar a comportamientos intolerables, no quiero que tire de la correa porque el paseo se hace incomódo, y prefiero que no se acostumbre a tomar la iniciativa a la hora de abrir una puerta porque a veces no querré que salga. Pero no siento amenazado mi status, tan sólo la forma deseable en la que convivir.
No me planteo quien es el alfa, porque yo soy una persona y mi perro es eso, un perro.