Es una pena que uno no pueda aunar dos grandes aficiones, pero el cine o las series de televisión no han dado grandes obras en las que los perros tengan un papel destacado. Sin embargo el perro es un elemento dramático al que se recurre con cierta frecuencia.
Durante muchos años fue la encarnación de los valores del héroe y la representación de atributos humanos que contribuyeron a dar una imagen equivocada de lo que es. En El Coraje de Lassie por ejemplo, la perra más famosa de la época realiza hazañas sin parangón para luchar contra el nazismo, y vuelve a la vida civil de la mano de una joven Liz Taylor. No obstante sus experiencias le provocan un estrés postraumático y un carácter iracundo. Convertida en sospechosa de causar estropicios en las inmediaciones, es llevada a juicio y declarada finalmente inocente por un tribunal que no debía de de sufrir un colapso administrativo considerable.
Rin Tin Tin no necesitó de largas sesiones de adiestramiento en defensa ni de obediencia para saber que la verdad estaba de parte del ejército de la Unión en el Oeste Americano, y repartió estopa a confederados, indios, bandidos y demás indeseables de frontera.
A Rex le he visto realizar una hazaña sin precedentes, como es la de calcular la trayectoria de una bala e interponerse al vuelo entre el malhechor y su compañero de la policía. Sospecho que el agente lo había preparado a base de frisbie, el muy canalla. Vaya palo que debió llevar el pobre perro cuando en vez del disco cobró un balazo.
Pero no me toméis por cínico. También he llorado a moco tendido viendo a Hachi esperar día tras día el regreso de su fallecido amo, encarnado por Richard Gere. Menos mal que la historia es real, porque eso me ahorra el tener que escuchar a algún pedante comentar eso de que la película le estropeó el libro. Si el verdadero Hachi esperó a su dueño por un proceso de condicionamiento y no por amor o lealtad, es algo que no le quita ni un ápice de ternura ni a la película ni al akita.
Y me lo he pasado realmente bien viendo como Marley hace todo lo que un perro propio no debe hacer, pero que nos resulta encantador cuando lo vemos en el ajeno, en la película Una pareja de tres (ojo con los pedantes que aquí sí hay libro).
Pero probablemente el retrato más divertido y hasta cierto punto fidedigno de los perros es el que aparece en Up, por otra parte la mejor de las películas citadas. La expresión “ardilla” ha quedado para mi entorno familiar como vocablo de referencia para definir la ofuscación absoluta ante la presencia de estímulos irrestibles. Y la frase “acabo de conocerte y ya te quiero” que cita el perro protagonista es la imagen que todo retriever proyecta cuando se nos arrima. La secuencia de los perros camareros aprovechando el despiste de los comensales para robar la comida del plato denota una enorme simpatía y cariño hacia los perros por parte de los genios que la idearon.
[youtube=http://www.youtube.com/watch?v=sVX7wLfeK8k&w=560&h=315]
Otras veces el perro es simplemente una anécdota en la trama que sin embargo contribuye a mostrar el carácter del héroe al tiempo que nos permité a algunos locos de nuestros perros reconocer esa lealtad que creemos deberles a nuestros amigos. Es el caso de Mark Wahlberg en El tirador, cuando ante la insistencia de la contraparte femenina para que desista de la lucha sin tregua a sangre y fuego que está a punto de iniciar contra los malos, responde: “creo que no lo entiendes, mataron a mi perro”.
¡Buah neno! A por ellos Mark…..
Publicado por primera vez en Pelo, Pico Pata