Hay un recurso fundamental en la educación y en la vida del perro que goza de muy mala prensa entre los neófitos del mundo canino: las áreas de confinamiento. Nos referimos tanto a las áreas de confinamiento pequeñas (transportín), como a las grandes (perrera, parque para interiores, o una área acotada de la casa). En este caso hablaremos de las primeras.Hay pocas herramientas que susciten un consenso tan generalizado entre los educadores, aun siendo estos de escuelas muy diferentes y pese a que trabajen con métodos opuestos.
Y sin embargo el propietario medio tiende a ver en este recurso, una especie de celda que denigra al perro y para el que supone un castigo. Ciertamente mediante una incorrecta introducción de este recurso en la vida del perro, este puede desarrollar un sentimiento negativo hacia el mismo. Pero esto es debido en la mayoría de los casos a una introducción brusca y traumática, y a su recurso exclusivo en situaciones que implican una predisposición negativa por parte del perro: reclusión en caso de molestia por visitas, transporte muy ocasional acompañado de mareos en el coche, visitas al veterinario, etc.
Pero mediante un proceso estructurado el transportín puede y debe convertirse en un lugar agradable para nuestra mascota. Basta con introducirlo en su vida sin recurrir a la puerta. Es más probable que si lo dotamos de una superficie agradable el perro no tarde en considerarlo una especie de habitación en la que relajarse y descansar. Para acostumbrarlo podemos además recurrir a introducir en el mismo juguetes para mordisquear, que solamente podrá disfrutar en su interior, de forma que construyamos una asociación positiva. Posteriormente podremos empezar a cerrar la puerta por breves períodos de tiempo, preferentemente cuando el perro esté cansado y dejando en su interior algún atractivo juguete para mordisquear.
El transportín es la principal herramienta para consolidar los hábitos higiénicos de nuestro cachorro, puesto que bien usado será muy díficil que el perro se alivie en su interior, lo que nos permitirá administrar los tiempos para elegir el momento oportuno en el que sacarlo a la superficie en la que nos interese que haga sus necesidades.
Constituye además el medio más seguro para viajar en coche y nos permite integrar al perro en nuestros viajes y desplazamientos, siendo la garantía de una adecuada convivencia en entornos ocasionales como hoteles, asistencia a cursos y seminarios con él, etc.
Y además es la vía más adecuada para acostumbrar al perro a estar sólo y relajado, previniendo la ansiedad por separación que afecta a tantísimas mascotas.
El transportín no es una cárcel, debe ser la confortable habitación en la que el perro puede relajarse y evitar durante los períodos de descanso los múltiples estímulos que alteran sus necesarias etapas de descanso.