“-Da el menor número de órdenes posibles – le había dicho su padre hacía tiempo…mucho tiempo-. Una vez hayas dado una orden con respecto a algo determinado, siempre tendrás que seguir dando órdenes sobre lo mismo”.
Este texto está extraído de la novela Dune, de Frank Herbert. Son palabras que el escritor pone en boca del Duque Leto Atraides, como consejo a su hijo y sucesor. Evidentemente es una sentencia que nada tiene que ver en su contexto original (una obra épica de ciencia ficción) con la educación canina.
Pero para mí supuso la concreción de una idea difusa que desde hace tiempo me rondaba la cabeza; el descubrimiento repentino de una verdad que sabes, sin saber que la sabes; la fórmula precisa que da forma y sentido a una hipótesis que sólo intuyes.
Dar órdenes de forma constante, gratuita, innecesaria a los perros es una de las principales causas de las relaciones insatisfactorias entre propieario y mascota. Las órdenes (comandos, claves o cómo le queráis llamar) son demasiado valiosas como para desperdiciarlas. Su uso abusivo e independiente de un adecuado programa de refuerzos hace que “se gasten”. A través de un tipo de aprendizaje denominado irrelevancia aprendida el perro aprende a ignorar aquellos estímulos (órdenes) que no tienen consecuencias para él.
¿Nos hemos quedado cómo estábamos? Es decir, dar órdenes ante la falta de respuesta, no siendo eficaz, ¿añade algún problema?. Sí, en la medida en que tu voz y tú mismo perdéis significado y relevancia para tu perro. No estás igual que antes, has retrocecido en la parrilla de salida de la carrera hacia la relación exitosa.
Las órdenes se corresponden además con una sóla de las vertientes que componen la totalidad de la relación y la interacción con tu perro. La que se engloba dentro del proceso de adiestramiento, el que conduce al aprendizaje de comportamientos ejecutados bajo ciertos comandos (órdenes). Pero en multitud de ocasiones recurrimos a órdenes en situaciones que nada tienen que ver con esta vertiente. No necesitas dar una orden para que tu perro deje de tirar de la correa, ni para que esté tranquilo si te sientas en una terraza, ni para empezar a caminar, ni para que te siga. No pretendas construir una relación con tu perro en la que todo pase por dar órdenes. Son demasiado valiosas.
Hablamos mucho y decimos poco.
No seas cateto, haz caso al Duque Leto.