Esta obra tiene casi veinte años. Es probable que sus contenidos fueran más amplios o algo más diversos a la luz de algunos de los trabajos más novedosos sobre comportamiento canino que se han llevado a cabo recientemente.
Aún así estamos todavía ante el que probablemente sea el mejor libro de divulgación sobre educación canina. Y seguramente uno de los mejor redactados, algo que no es común en esta materia.
A pesar de los años transcurridos, y habida cuenta de la persistencia de mitos sobre la naturaleza de nuestra relación con los perros, la obra mantiene una vigencia muy necesaria. La autora comienza haciendo aterrizar a cualquier lector en la realidad de la condición canina desde un punto de vista enminentemente conductista, desmoralizando el comportamiento canino, único camino para mantener una relación sana y satisfactoria con nuestra mascota. Donaldson echa por tierra el mito del perro malo y conspirador, pero también el del compañero que desea agradar incondicionalmente.
Explica con sencillez los mecanismos de aprendizaje del paradigma conductista, su aplicación a la educación canina y algunos de los percibidos como problemas de conducta. No elude otros aspectos relacionados con las emociones y la motivación, así como las necesarias destrezas necesarias para ser un buen guía.
Su análisis es muy riguroso, y no obvia las dificultades de la aplicación del conductismo en entornos no experimentales como son la mayoría de los episodios de educación canina.
Los perros de Donaldson no son Lassie, ni Rex, ni RinTinTin. Ni falta que hace.
Puede que dentro de no mucho surja una obra con igual talento y mayor vigencia, pero El Choque de Culturas siempre será el libro de referencia una generación de educadores.