El éxito de la sesión de adiestramiento depende del desarrollo de la práctica propiamente dicha, pero también en su preparación y en su conclusión. Obviar estas dos últimas fases es hacer méritos para que nuestras sesiones sean improductivas, y puede que incluso contraproducentes. El monitor suele estar además excesivamente centrado en la ejecución en pista, dejando a la libre elección del guía la forma de proceder antes y después, o al menos no teniendo el mismo grado de supervisión.
Por la fase de preparación nos referimos a los momentos previos a la entrada en pista o al comienzo de los ejericicios de los que se tate (que denominaremos sesión).
La preparación debe ir orientada a predisponer al perro actitudinal, física y fisiológicamente a la sesión.
El perro debería iniciar la sesión atento al guía, sintiendo que entra en una actividad y/o situación más interesante y divertida de la que acaba de salir.
Esto es difícilmente compatible con algunas rutinas que veo a diario:
- Dejar que el perro se entretenga en actividades altamente reforzantes o reforzadas en las que yo no participo, y de las que lo voy a sacar para entrar conmigo en pista. Por ejemplo, al llegar al centro o escuela, dejo que mi cachorro, para el que no hay nada tan atractivo como encontrar a otros cachorros, juegue a su antojo con sus compañeros caninos. Tras un rato y muy a su pesar lo saco de esa situación para meterlo en el recinto de trabajo y empezar a mandarle cosas. Yo y la sesión (que quiero que sea éxitosa ) nos hemos convertido en los elemento que ponen fin a un estímulo tan apetente como el jugar con otros cachorros. Es decir, trajabar conmigo pasa a ser una algo malo, o cuando menos, peor que la actividad anterior y por lo tanto un castigo.
- Soltar al perro sin tener su atención, permitiendo que se despieste con otros estímulos, de los que lo voy a tener que apartar a su pesar. Esto da lugar a un inicio caracterizado por la persecución de mi perro, órdenes no previstas y necesidad de disciplina, cuando lo que deseamos es que voluntariamente esté pendiente de mí desde el primer momento.
- Comenzar sin proporcionarle al perro la oportunidad de realizar sus necesidades, lo que repercutirá en su concentración, en la continuidad de la sesión y en su comodidad.
Un breve paseo puede servirnos para dejar atrás un período de letargo e inactividad propio del confinamiento en transportín y/o coche.
Debemos de empezar la sesión mediante la realización de ejercicios fáciles que conlleven un porcentaje elevado de aciertos y refuerzos, e ir incrementando la difiultad progresivamente.
Inmediatamente antes de comenzar debemos de asegurarnos que el perro se encuentra en un estado físico óptimo, lo que podemos conseguir mediante un breve calentamiento que podemos llevar a cabo mediante el paseo y/o la ejecución de unos primeros ejercicios sencillos, cortos y físicamente no demasiado intensos.
La fase de conclusión se refiere a los momentos inmediatmante posteriores a la ejecución de la sesión.
La finalización de la ejecución debe de producirse en un momento álgido en cuanto a motivación. Deberiamos de sacar al perro de pista cuando todavía tiene muchas ganas de seguir en ella. De lo contrario corremos el riesgo de caer en el “sobreentrenamiento”, que ha arruinado la actitud de muchos perros. Una cuestión esta muy clara pero de la que resulta muy díficil convencer a los guías menos experimentados, que no entienden el porqué parar si el perro sigue rindiendo a un buen nivel. Para ellos, este estupendo artículo: http://www.doogweb.es/el-sindrome-del-sobre-adiestramiento/
Pero dejar al perro motivado no es lo mismo que dejarlo frustrado. En ningún caso queremos que una sesión exitosa lleve a nuestro compañero a un castigo negativo (te quito algo bueno) porque esto puede implicar en muchos casos una disminución del desempeño y la aparición de conductas de evitación (por ejemplo hacer oídos sordos a la llamada). Es preferible disminuir los niveles de estrés inherentes al adiestramiento (y en absoluto negativos) a traves de una rutina agradable y más relajada. En mi caso me gusta terminar esparciendo unos premios por el suelo (fuera de pista) y dejando que el perro ejercite sin mucha dificultad el olfato. Posterioremente intento conseguir un estado de relajación mediante masajes y estiramientos, que además de fomentar el vínculo tienen un muy recomendable efecto físico que tantas veces descuidamos.
Para finalizar podemos dar un corto paseo antes de que el perro vuelva a su área de confinamiento (transportín, coche, etc) para una reparadora siesta o descanso.